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Relato y experiencia, vivida en moto, del viaje a la Provincia de Jujuy, por Mauro Damián Nazer en el Noroeste de Argentina

| Bajo el Sol Tucumano
| Corazón Calchaquí | Salta, más linda que nunca

Página Actualizada el 29 de agosto de 2020.
Unsplashed noroeste de la ciudad de Salta
Ciudad Jujeña

El primer contacto con la provincia de Jujuy se produce en su capital San Salvador, que si bien no tiene el esplendor de su vecina salteña, es bastante atractiva también.
Solo la Catedral y el Cabildo nos llaman la atención, antes de seguir camino.

Jujuy, quebradas y carnaval

Unsplashed imagen de una postal de Purmamarca, Jujuy

PUEBLOS DE COLORES

Los mencionados cerros, guanacos y llamas son los dueños del paisaje que acompaña nuestro recorrido hacia la Quebrada de Humahuaca.
Yala, Volcán y Tumbaya son los pequeños pueblos que dejamos atrás, antes de deleitarnos con la colorida Purmamarca, “Pueblo de la Tierra Santa” en lengua Aymará.
A 65 Km. de San Salvador, el poblado de origen pre-hispánico mantiene su trazado urbano en torno a su iglesia principal de llamativo estilo Clásico Quebradeño, de nave única y angosta, con imágenes en su interior y pinturas cuzqueñas del siglo XVIII. Declarada Monumento Histórico Nacional en 1.941, la iglesia local (1.648) no representa, empero, el referente más significativo de Purmamarca. Esa función le corresponde al mundialmente famoso Cerro de Siete Colores. La razón dirá que los diversos minerales de la zona fueron dándole esa particular característica poli cromática. En cambio, la emoción nos hará saber que semejante obra de arte es solo producto de nuestra imaginación y que realmente ese cerro no está allí desde hace miles de años. Observarlo resulta realmente imponente.
Una vez visitada la pequeña Purmamarca, la ruta provincial 56, nos acerca a las Salinas Grandes, a 3.800 mts. de altura y en ruta directa hacia el Paso de Jama. La peligrosa Cuesta de Lipan, que nos “invita“ a ascender unos 2.000 mts. en apenas 4 Km., se transforma en la montaña rusa que nos devuelve la emoción. La Puna es la única escenografía que nos rodea, más allá de algunas pequeñas casas de adobe, y las pintorescas vicuñas del lugar. Allí, en invierno, la temperatura alcanza los 15 grados bajo cero, durante la noche y ráfagas de viento de hasta 60 km/h, durante el día. Clima con el que conviven los campesinos que trabajan con sus llamas y guanacos y los trabajadores que “raspan” el suelo, recolectando la sal.
Retomamos la ruta nacional 9 y luego de superar Maimará, la historia nos ayuda a entender y disfrutar la belleza de Tilcara. Los deudos de un muerto que ya lleva más de un siglo de desaparecido, se arremolinan tranquilos y respetuosos, en la puerta de la entrada al templo Nuestra Señora del Rosario, una pequeña iglesia de los tiempos de los colonizadores. En 1.841, los baqueanos velaban al Gral. Juan Lavalle, asesinado por tropas federales. Nadie quería que sus enemigos se robaran su cuerpo y los vecinos pusieron el suyo para defenderlo.
A 2.461 mts. de altura, recostados sobre el trópico de Capricornio, Tilcara se encarga de demostrarnos porque es la Capital Arqueológica de Jujuy. Construcciones de piedra, con techos de “torta” de barro y paja asentados sobre tirantes de cardón ocupan la mayor superficie de una de las ruinas más visitadas de nuestro país.
El Pucara de Tilcara. En permanente restauración desde 1.908, situado en un morro de tierra de 90 metros de alto y con 16 hectáreas de superficie, se supone que el Pucara fue habitado por diversas tribus, entre los años 1.000 y 1.480 D.C. Los Omaguacas, Tilcaras, Uquias y Fiscaras se repartieron la tenencia del lugar a lo largo de los años y es a ellos a quienes la mayoría de las localidades jujeñas, deben sus nombres.

Foto de Calle típica de Purmamarca, Jujuy.

Calle típica, Purmamarca.

Foto de la Iglesia de Purmamarca, Jujuy.

Iglesia de Purmamarca.

Foto de Purmamarca, Jujuy.

Postal de Purmamarca.

Foto de Calle típica de Tilcara, Jujuy.

Calle típica de Tilcara.

Foto de Tilcara visto desde el Cerro, Jujuy.

Tilcara desde el Cerro.

Foto de la Cuesta de Lipan, quebrada de Jujuy.

Cuesta de Lipan.

Madre Tierra

Unsplashed imagen donde el cielo y la tierra se tocan, Jujuy

Pachamama

El homenaje que el pueblo tilcareño brinda a la Virgen de Punta Corral, en semana santa, es tan mítico como real. Durante los festejos, los promesantes, acompañados por una banda de Sikuris, bajan la imagen de la Virgen desde lo alto de un cerro hasta el pueblo mismo. La procesión se ve coloreada por las enormes ermitas que los vecinos hacen cada año con flores y frutos secos. Igual que la Virgen de Punta Corral, la Pachamama (Madre Tierra) vive en el alma y corazón jujeños.
Año a año y durante todo el mes de agosto, le rinden homenaje de distintas formas, dependiendo de cada familia, aunque el rito es mayormente el mismo. Antes de que cada familia se siente a la mesa, hacen un pozo en el fondo de sus pequeñas casas con techos de paja o adobe y (tras humearlo) depositan allí alimentos, bebidas, huesos de caballo, llama o vicuña, hojas de coca, etc. Una vez terminada la comida, el jefe de familia tapa el pozo con tierra y no es abierto sino hasta el año entrante. La aparición sana o la desaparición absoluta de alguno de los objetos, determinara si esa será una buena temporada para la cosecha de maíz, o si algún integrante de la familia morirá u otras predicciones que, según cuentan ellos, siempre se cumplen.

“Pachamama... madre tierra... no me lleves todavía... que aun yo soy joven y no sembré mi semilla...” entona una de las coplas que eternamente identificara al pueblo jujeño.

La Quebrada nos muestra, sobre el final de nuestra travesía, el pueblo que le dio vida y que constituye su centro. Humahuaca, situado a 126 Km. de San Salvador, con una altura cercana a los 3.000 mts., aparece como la gran vedette de la zona, protagonizando el Carnaval Humahuaqueño, festividad que se extiende por 8 días, todos los meses de febrero y que va conformada por conjuntos musicales y comparsas que interpretan sus instrumentos típicos –cajas, erkenchos, quenas, etc.- rindiendo homenaje a la Virgen del Lugar y, desde luego, a la Pachamama.
Pero Humahuaca no es solo Quebrada y Carnaval, también forman parte de su patrimonio, El Monumento a la Independencia, la Iglesia del siglo XVI, y todo el asombro que nos provoca este reducto quebradeño, de calles angostas y dueño de una inagotable belleza natural. Separados por apenas 163 Km. de la Quiaca, en el límite con Bolivia, nuestro paraíso viajero había llegado a su fin.
No era necesario decir nada más. Lo que habíamos vivido bastaba para el asombro y la cordura. El Norte nos había regalado la bastedad de su inmensidad. Su esplendor, su historia, la calidez de su gente y su inabarcable belleza. Pedirle más, hubiese sido una utopía.

Foto del Monumento Indígena de Humahuaca, Jujuy.

Monumento indígena.

Foto donde el cielo y la tierra se tocan, Jujuy.

Cielo y la tierra juntos.

Foto del restaurante con forma de llama en Humahuaca, Jujuy.

Restaurante y artesanías.

Foto de la típica Llama de Humahuaca, Jujuy.

Típica Llama.

Foto de las Salinas Grandes en Jujuy.

Salinas Grandes.

Foto del comedor realizado con bloques de sal, Jujuy.

Comedor con bloques de sal.